La obra representa, de una manera a veces cómica y otras dolorosa, la incapacidad de tres hermanos de subsistir solos a pesar de su inteligencia y recursos.

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“Esta inquietud nos llevó a cuestionar la relación entre jóvenes y adultos e indagar sobre los límites del amor, la responsabilidad y la intervención” nos comparte Lisa Carrión, dramaturga de Un Día Seremos Grandes, cuya formación se consolidó en el Drama Studio London y que ha realizado, por más de 5 años, una investigación teórico práctica de las posibilidades alternativas  del  teatro en el descubrimiento del mundo de niños con trastornos psíquicos graves. “Con esta obra nos preguntamos en qué momento la libertad se vuelve abandono y la cercanía se hace obscena”, señala.

“¿Cómo saber si un chico esta teniendo un trastorno de personalidad? Yo diría que el primer paso es estar cerca y dejar la comodidad que nos hace creer que ellos pueden acceder a todo en un mundo como el de hoy” comenta Anna Salas, directora de esta puesta en escena, también actriz que ha trabajado por más de 10 años como productora y realizadora de televisión cultural y de teatro cabaret; hoy apuesta por una compañía de teatro “Mother friendly” donde las profesionales puedan seguir ejerciendo sin renunciar a la opción de la crianza.

El concepto estético nos evoca los cómics, unos chicos incertos en una caricatura sin darse cuenta de la falsedad de la realidad que quieren crear. En un espacio íntimo, como es este, las atmósferas se logran para conservar la cercanía sin permanecer anclado en el realismo literal.